Tres días por La Rioja en BTT
Habíamos hecho, al margen de las
salidas de fin de semana, alguna ruta fuera de la zona. Conocíamos la vía verde
de Lekunberri, las Bárdenas, Urbasa, Karrantza… pero teníamos ganas de hacer
una ruta de varios días cargados de mochilas y alforjas. Y la ocasión, una vez
alineados diferentes astros, se produjo durante este mes de agosto. Contábamos
con tres días para hacer una marcha.
No nos costó mucho decidirnos por
La Rioja. El buen tiempo, la cercanía del Ebro y el momento de los viñedos ya
con mucha uva y todavía pintados de verde eran condiciones suficientes para
inclinarnos por tirar hacia el sur.
La ruta, montada con la
colaboración de diferentes bikers que aportan sus mejores salidas por sus
respectivas zonas a wikiloc, decidimos que empezaría y terminaría en Ezcaray.
Pusimos dos condiciones a las diferentes etapas. La primera fue que no
presentaran grandes dificultades en cuanto a desniveles. Por tanto, deberían
discurrir entre la sierra de la Demanda y la sierra de Cantabria y el Toloño
(luego se verá que no la cumplimos del todo), sobre el recorrido del Ebro.
La segunda condición fue que las
dos noches que pasamos las haríamos en pueblos que tuvieran piscina. El calor
podría suponer un problema por lo que saldríamos a primera hora de la mañana
(sobre las 8) con llegada no más tarde de las 3 de la tarde. Y desde entonces
hasta la cena, a refrescarnos en la piscina. Pues tampoco esta segunda
condición la cumplimos.
La culpa, en ambos casos, la tuvo
el desarrollo de la tercera y última etapa, la única que no tenía el track
cerrado.
Ah, la excursión la hicimos
Pelayo, Peli, Iñigo, Roke y yo con patrocinio de vestimenta por parte de Cafés
Baqué (ya sabéis, no diga café diga ….).
Día 1, Ezcaray-San Vicente de la Sonsierra (59 km, ascenso 242 m)
Madrugamos en Mundaka y tras
cargar el remolque con las cinco bicis nos lanzamos hacia Ezcaray. Aquí
dejaríamos el coche y remolque hasta la vuelta, dos días después.
Café y a empezar la ruta.
Comodísima vía verde en descenso que nos deja prácticamente en Haro. Mucha
gente andando y en bici en un día soleado. Un poco sosa. Nos recibe Haro con
visita guiada a la iglesia. No quedaba otro remedio que hacer una parada más
larga. Vino y pinchos (hasta de oreja de cerdo) en la herradura antes de
continuar camino. Nos pegamos al Ebro y comenzamos a ver viñedos. Bonitos
caminos, pistas rodeadas de verde y en poco tiempo estábamos en San Vicente de
la Sonsierra. Terminamos la etapa con unas duras rampas que ascendían al
castillo y después de localizar el hostal, a la piscina.
Baño, cervezas y relajo en un
pueblo en el que el viento comenzaba a soplar con fuerza al atardecer (como
comentó una vecina, siempre a las 6.30 de la tarde). Y ya era hora de pensar en
cenar. Preguntas a los locales y todos nos recomiendan cenar en el Toni. Nos
acercamos al restaurante y, casualidad, cerrado. Lo lamentable es que no es que
fuera el mejor de San Vicente (que por cierto, está muy bien) si no que es el
único. No había otro sitio ni para comer un bocadillo. La decisión es pillar en
una carnicería todos los productos disponibles del cochino y algo de queso y
comerlos en una terraza en la plaza del pueblo. Llega la noche y más o menos
formales, a dormir.
Día 2, San Vicente de la Sonsierra-Oyón (52 km, ascenso 600 m)
Pronto a la mañana comienza,
después de un dulce desayuno, la segunda etapa. Discurre de un lado a otro del
Ebro o, lo que es lo mismo, cambiando continuamente de comunidad. De verdad
experimentamos la realidad vitivinícola de la zona. Caminos, pistas y
carreteritas entre viñedos. Posibilidad de comer buenos racimos y de disfrutar
con el recorrido y con las vistas.
Vamos pasando cerca de diferentes
localidades, con incidencia de pinchazo incluida, hasta que llegamos a Elciego,
pueblo marcado desde hace algunos años por el edificio de Frank Ghery que
alberga la bodega y el hotel de Marqués de Riscal. Esta vez repostamos en las
bodegas Valdedana donde, acompañados de buen vino, damos cuenta de los restos
de la cena del día anterior.
Hubo oportunidad de bañarnos en
el Ebro antes de avanzar hasta La Puebla de la Barca y un poco más tarde llegar
a Oyón.
Nuevamente nos apuntamos al plan
de la piscina (excelente y sin viento), a dar cuenta de unas cervezas y, esta
vez sí, a cenar sentados en un restaurante. Breve recorrido nocturno y a
dormir.
Día 3, Oyón-Ezcaray (106 km, ascenso 2.000 m)
La última etapa sabíamos que era
la más larga y la más dura pero no tanto. Hubo discusiones previas sobre si
modificarla hasta el punto de que como no las cerrábamos sólo teníamos el track
hasta Nájera (y unas cuantos debates acalorados mientras estábamos en marcha).
La cosa es que a primera hora
salíamos de Oyón tras un excelente desayuno en la gasolinera, único sitio
abierto. Cruzamos un Logroño desierto, avanzamos por bonitos caminos hasta
Fuenmayor y de aquí, compartiendo el camino de Santiago con numerosos
peregrinos, hasta Nájera. Teníamos dos posibilidades, seguir el camino hasta
Santo Domingo de la Calzada y subir desde allí a Ezcaray o avanzar hasta San
Millán de la Cogolla y llegar a Ezcaray. Optamos por la segunda (la mayoría) y
empezó lo más duro de la salida. No pensamos que sería para tanto y teníamos la
intención de comer en el Echaurren de Ezcaray (reservamos para las tres).
Pues nada, comenzamos a avanzar
hacia San Millán por carretera en ascenso. Llegamos a Badarán y el pueblo salió
a recibirnos. Trajes típicos, corbatas y vestidos de domingo a ambos lados de
la carretera. Aplausos y nosotros agradecidos. Hay que decir que no era tanto
por nuestra llegada si no porque el 15 de agosto sacaban en procesión a la virgen
por el pueblo y coincidía con nuestra llegada.
Animados por el recibimiento,
paramos a picar algo. Lo de picar se transformó en dos huevos con panceta,
callos y patas de cordero y dos botellas de vino. Era el último día y creíamos
que nos quedaba poco. Comentamos con algunos vecinos la etapa del día (ya
llevábamos 70 km encima) y lo que nos quedaba (total, llegara Ezcaray). Nos
miraban sorprendidos y alguno decía que estábamos un poco locos (sobre todo al
ver lo que comíamos y bebíamos con lo que ellos sabían que nos quedaba).
Pasamos Berceo y llegamos a San
Millán. Preguntando nos dicen que debemos continuar hasta un refugio y luego
comenzar a subir. Pero, qué era aquello. Rampas durante más de 20 km, con
pendientes mínimas del 8% y máximas de un 25%. Agotador pero hasta arriba.
Subimos al San Lorenzo, por encima del último remonte de las pistas de
Valdezcaray, a 2.000 metros.
De ahí descenso a las pistas y
bajada a toda leche hasta Ezcaray. Menos mal que anulamos la comida porque
llegamos a las 6 de la tarde tras 10 horas de bici.
Bocatas y bebidas, montar las
bicis y vuelta a casa. Risas, debates, cansancio y pensando en la siguiente.
Video de youtube con la última y dura etapa.
http://www.youtube.com/watch?
link a un blog en el que comienza la etapa de San Millán. Nosotros llevábamos ya 70 km recorridos (y unos huevos, panceta y vino)
alberto etxeandia