MUNDAKAKO TROPELAREN “PIKA” FLANDESEN
Termina la subida al Patenberg y me decido a escribir.
Pozzato, Ballan y Tom Boonen son cabeza de carrera y parece que llegarán a meta
en solitario. El grupo perseguidor a 14 segundos se retuerce por el duro pavés
en las rampas de más del 20%.
Es la segunda vez que me meto la Flandes “pro” desde que
llegamos de tierras Belgas, la tercera si contamos la que vimos entre
“Flamencos” en la cuneta.
El gusanillo de las clásicas de primavera comienza a
reptar en mi interior con el número 20 de la revista Pedalier del año 2008,
dedicado exclusivamente a estos monumentos del ciclismo. Milan-San Remo ”la más
larga”, Tour de Flandes “la más dura”, París-Roubaix, “la más legendaria”,
Amstel Gold Race “la más nueva”, Flecha Valona “la más corta”,
Lieja-Bastogne-Lieja“ la más antigua” o Giro de Lombardia “la última”. Y como
no sus muros característicos, Poggio, Muur-Kapelmuur, Cauberg o Huy.
El hecho de que tuvieran su versión cicloturísta agranda
mi curiosidad e inicio una investigación a fondo de las mismas. Por cierto,
termina la prueba y el “messi” Belga gana su tercera Flandes. Boonen es un
ídolo por esas tierras llanas y la muchedumbre descorcha el champán en su
honor.
Me decanto en principio por la “Ronde van Vlaanderen”
puesto que la cicloturista se realiza el día anterior a la carrera de los
profesionales… el plan perfecto. Le pongo más empeño si cabe en leer blogs,
revistas y artículos, el gusanillo crece. Tras varios años de “consulting”
entre los de la grupeta nos decidimos, no hay más que hablar, hay que preparar
un stage.
En verano del año pasado finalmente lo decidimos y no
quedaba otra que empezar a entrenar. Son muchos kilómetros, serán muchas horas
encima de la “flaca”… el tiempo empieza a correr en nuestra contra.
Google maps se convierte en nuestro guía preferido.
Organizamos rutas en progresión, incrementando cada semana el kilometraje.
Ampliamos conocimientos geográficos de Euskadi, llegando a Elgeta, Arrasate, o
Eskoriatza. Dima se convierte en habitual así como Ullibarri-Ganboa, y Getaria
en una jornada a 0 grados, una sopa de ajo y un hombre del mazo nos indica que
la cita se aproxima.
Lo tenemos ya todo controlado. Aparthotel de encanto en
el centro de la ciudad e inscripciones realizadas, furgoneta alquilada y la
preparación…larga, dura y muy sufrida. No hay marcha atrás.
¡Última Hora! El Athletic se clasifica para cuartos de
final de la Europa League y jugará contra el Schalke 04 de Raúl en
Gelsenkirchen. El amigo que está detrás de google maps nos dice que a 300 km de
Brujas. Esto no lo podemos desaprovechar.
Ya no lo definiremos como el “plan perfecto”, esto es
insuperable, inmejorable, in…presionante, como diría aquel.
Los 7 expedicionarios estamos preparados, contamos incluso
con las entradas del partido.
Olazar alias “fofonov”, Jumi y los hermanos goros
“schleck” haremos la larga, 244 km. Koldo e Ignacio la mediana 138 km, pasando por
todos los muros, y Mikel alias “Mr”, después de un invierno lleno de penurias y
una operación de vesícula comenzará con la dupla la marcha y hará de apoyo con
la furgo.
Llego por fin el “D day”. Miércoles 28 de Marzo, 5 de la
mañana, 1250 km y 14 horas de agotador éxodo por delante para llegar a Brujas.
Las maletas, como se dice, llenas de ilusión y repletas
de ropa de ciclismo, la rosita de “Mundakako Tropela” a estrenar junto con las
bicicletas hechas un tetris, dentro de la “Vito”.
La primera noche la pasamos relajados. Una vueltita por
Marketplace, donde partirá la carrera de los pros, pizza y cerveza “Kwak”,
servida en una especie de probeta gigante. De camino a casa, nos topamos con
aficionados del Athletic. Mezcla de giputxis y ondarrutarras. Dudaron entre que
fuéramos miembros del Euskaltel en un principio, Ertzainas o seguratas después
y conductores de autobús al final. Iban finos.
El jueves nos despertamos con ilusión, nos uniformamos,
del Athletic y a visitar la ciudad. En un par de horas de caminata lo vemos
prácticamente todo, plazas, catedrales y canales. Hermosa ciudad. Gelsenkirchen
nos espera.
Llegamos a Germany a media tarde, aparcamos en el mismo
estadio y comenzamos con las Franciscaner en el centro de la ciudad. La acogida
es espectacular, ni un solo problema. De vuelta al estadio, última salchichen,
birrita, un par de fotos y para dentro. Notamos que Raúl “señor” es un dios por
estos lares.
Ya en el campo nos reciben con el himno del Athletic a
tope, los pelos como escarpias. El estadio es acojonante, moderno…el césped lo
retiran después del partido y cuentan con una red de tuberías… llenas de
Birra!!!!
El partido, 2-4, fue una autentica fiesta. Lo pasamos
genial, abrazos, besos y sobre todo goles, muchos goles. Con la sonrisa en la
cara retornamos para tierras Belgas. Tomamos tierra a las 3 de la mañana,
destrozados y pensando ya en la carrera. Seguro que esto nos pasa factura.
El viernes, día de reflexión. Tenemos que ir a Oudenarde
a recoger los dorsales. Antes, como todos los días, Iker y Mr, nos preparan el
desayuno. Parece que hemos venido con la pulserita del “todo incluído”.
Este año no se subirá el mítico Muur-Kapelmuur por lo que
la visita a la capilla es de obligado cumplimiento. Koldo, Ignacio y Fofonov lo
escalarán en bici… unas cuantas veces. Iker, Mr, Jumi y yo nos dedicamos a
hacer turismo. La pasta que degustamos en el restaurante del propio muro nos
entro de perlas.
El “all inclusive” continuaba en el apartotel. Entrantes,
ensalada de pasta y pechuga de pollo a la plancha para cenar. Había que hacer
base. El pica-suelos nos dio un pequeño susto ya que al freírlo sonó la alarma
anti incendios del edificio.
La tarde noche la pasamos de tertulia, sobre todo
preparando la indumentaria y dejando a punto la bicicleta. Pensando donde meter
las miles de barritas, los geles, plátanos o cámaras. Si llevar corto, largo,
chaleco, chaqueta o chubasquero, vaya dilema, parecía la pasarela Cibeles.
Jumi, como una gran “top model” se vistió y se destapo cientos de veces.
Mundakako Tropela o Alakrana, ropa nueva o equipación curtida en mil batallas.
Todos notábamos los nervios de última hora pero uno los
tenía de corbata…los nervios claro. Nuestro querido amigo Jumi, el veterano del
grupo, llevaba un par de meses un poco cascarrabias. El miedo a no terminar le
estaba superando, por lo que se decide por fin por el maillot de Alakrana, no
vaya a ser que alguna costura le fastidie tanto sacrificio realizado.
Los de la larga salimos del propio Brujas para llegar a
Oudenarde, pero Koldo, Mr e Ignacio
tendrán que coger la furgo para ir a esta última encantadora ciudad. Nos
ponemos hora de partida las 7 de la mañana, unos para salir “de marcha” y otros
para viajar hasta la nueva llegada de este año. Hay que irse a la cama.
El despertador suena pero ya estábamos espabilados, son
las 5 de la mañana. Mr como todos los días es el primero en levantarse y ya está
desayunando. Poco a poco nos vamos incorporando los demás. Un buen atracón
matinal para hacer base, colocarnos la rosita, bolsillos llenos de ilusión
energética y para la calle.
Cuando parecía que todo estaba en su sitio. Cuando lo
llevaba todo estudiado desde octubre. Cuando solo teníamos que ir a
Marketplace, a 100 metros del apartotel para comenzar la marcha, es entonces Cuando
nos viene un “guiri” diciendo que la salida se realiza en no se que
polideportivo que se encuentra a no se cuantos kilómetros… se me rompen los
esquemas. Toca improvisar.
El Belga nos señala con la mano la dirección a seguir.
Callejeamos un par de minutos por el adoquín de la ciudad en total oscuridad,
hasta llegar a una calle de pinta principal. Nos topamos con varias grupetas de
ciclistas con aspecto de no conocer la ubicación del dichoso polideportivo. Ahí
vamos.
Por lo menos han pasado diez kilómetros y no tenemos
noticias de la salida. Somos unos cientos de corredores por lo que pensamos que
vamos en buena dirección. Hemos comenzado el Tour de Flandes.
Ir por los bidegorris y cumplir exhaustivamente las
normas de circulación son de obligado cumplimiento por lo que parar tanto en los
semáforos como en los pasos a nivel será habitual. Se trata de una marcha
auténticamente ciclo-TURISTA.
Por delante 115 km, con un desnivel positivo acumulado
cero, antes de llegar al tramo de los muros de pavés.
Los primeros compases de la “Ronde” son muy rápidos. No
conseguimos dar con la cuadrilla ideal. En el llano los del Norte son unos
especialistas, se nos van en todos los pasos por curva. Notamos un latigazo
tras otro y decidimos bajar el ritmo, marchando a partir de aquí en grupos
reducidos… casi siempre de cuatro.
Los dos primeros avituallamientos se encuentran en este
primer tramo, con parada forzosa para poder sellar el libro de ruta de la
prueba. Un par de fotos, plátanos y muchos gofres. Gorka comenzó diciendo que
no le hacían gracia pero el “animal” terminó con las provisiones de toda
Bélgica.
Ya más relajados empezamos a disfrutar del hermoso paraje
Flamenco, con sus grandes canales, hermosas campas verdes y espectaculares
molinos de viento. De película.
Estamos esperando la llamada de Mr, que después de
terminar su particular tour donde pasó los muros tipo jilguerillo dando botes, nos
hará de botillero.
El teléfono suena justo antes del primer tramo de pavés
“llano”. ¡Madre del amor hermoso! Que duro va a ser esto. Nada más entrar en el
adoquín nos desperdigamos. Cada uno a su ritmo. Fofonov como un auténtico Flamenco
nos coge la delantera haciendo agujero en el suelo. Mi brother, Jumi y yo lo
pasamos como podemos y nos lo tomamos como una primera toma de contacto. Mira
que había leído sugerencias de cómo pasarlo pero me pillo en offside.
La sorpresa se multiplica cuando me doy cuenta de que me
he dejado por el camino mi nuevo botellín “Camelback” de 14 euracos. Restan 130
km y me quedo sin agua, aunque después de unos kilómetros de mendigueo, Gorka
me prestaría uno de sus dos bidones.
Comienza la diversión. Primer muro, Molemberg. 463 metros
de longitud con rampas del 14%. Esto es otra cosa, para arriba voy mejor.
El pequeño de los Schleck sufrirá a partir de aquí
problemas con la cala en todos los repechos. El desgaste del mismo hará que se
le salga habitualmente la zapatilla. Vaya bajón que tiene.
Vamos pasando tramos con más gloria que pena, Rekelberg,
Berendries y Valkenberg. De momento los cuatro nos encontramos bien, regulando
al compás que nos marca Jumi…”oye goros suave eh?” Txiri-txiri.
Mr, nuestro sancho panza particular ya está realizando
las labores de auxiliar, menuda máquina. Nos espera con todos los honores. Cada
uno tenemos una bolsa de basura con nuestro nombre para meter la ropa que
dejamos. Tiene organizado el equipaje de recambio e incluso fichada una fuente para
rellenarnos los bidones.
El siguiente tramo inclinado es de los más esperados. Famoso
por su dureza, tanto del pavés como por la fuerte pendiente de sus rampas. El
Koppenberg. 600 metros de longitud, 11,6 % de desnivel medio y una pedazo de
rampa del 22 %, casi nada. ¿Y si le sumamos que nos pilla por sorpresa?
Salíamos del anteúltimo avituallamiento de la marcha con
el estómago revuelto. Curva y nos chocamos con el muro de frente. Fofonov no se
había terminado el gofre cuando comenzamos la ascensión. Pedazo de caída a la
vista. Lo driblamos y para arriba. Tiramos de riñon en un esfuerzo corto pero
muy intenso.
Qué alegría al coronar. Paramos y dejamos que nos baje el
pulso mientras nos reagrupamos. A partir de aquí el sube baja continuado será
lo habitual, intercalando tramos de pavés y asfaltados. “Solo” quedan 11 marcas.
Steenbeekdries, Taaienberg, Eikenberg, Kapelleberg,
Varent, Foreest y Berg ten Houte antes del último piscolabis. Mi estómago no
puede más, tengo las tripas revueltas y por momentos me temo lo peor. Un
pastelito más y reviento. Echo de menos alguna comida tipo sándwich y me
consuelo con atiborrarme a bananas.
Llegamos a los tramos finales con las fuerzas justas y
preocupados por lo que pueda venir. El Kruisberg y el Karnemelkbeekstr lo pasamos
con tranquilidad para afrontar con energía los dos cocos que faltan, Oude
Kwaremont y sobre todo Patenberg.
El Oude Kwaremont
una pasada. “2.200 metros de preciosa piedra al 4% con varias rampas
cercanas al 12%. Ritmo constante, buena cadencia, txiri-txiri. Es el tramo que
elegiremos para ver la carrera de los “pros” del día siguiente.
Llega por fin el Patenberg, “the last train”. Que ganas
tenemos de terminar. 360 metros, 13% de desnivel medio y rampa al 20,3% para
finalizar. A Mr lo encontramos a medio camino y sus ánimos hacen que se nos
ponga la piel de gallina. Consumamos la rampa y nos detenemos. Vemos la
felicidad absoluta plasmada en el rostro de Jumi. Es sin duda, el momento del
viaje. Nos abrazamos orgullosos de saber que lo más difícil estaba dominado. Un
par de estiramientos para devolver a su posición original los cuádriceps y a
completar los 30 kilómetros finales.
Con el viento en contra soplando a toda máquina y
mundakako tropela tirando de un pequeño pelotón de valientes surge la noticia
bomba. Jumi se ofrece a tirar del carro y se coloca al frente de la nave.
Mecagüen la mar salada, que momento!
A la entrada de Oudenaarde nos esperan Koldo e Ignacio
tomando la ansiosa birra de fin de clásica. Mr no tardará en llegar. Nos
tomamos la nuestra acompañada de una pedazo de salchichen con la medalla de la
Ronde al cuello. Hemos terminado el Tour de Flandes.
Nuestro miedo a reventar la bici en el adoquín
desaparece, ninguna avería ni pinchazo. Ignacio rompió la cadena nada más
entrar en meta ¿Suerte? Que va, lo tenía controlado.
Esta noche la teníamos igual de marcada que la marcha. Se
han terminado los nervios y las tensiones
¡Qué relajación! Salimos a vivir la noche de Brujas, sin mucho ajetreo,
puesto que nos queda por vivir la carrera de los “pro” y hay que estar en
condiciones.
Domingo, 1 de Abril, 96º Ronde Van Vlaanderen y la
expedición de Mundakako Tropela está ahí para verlo, en el Oude Kwaremont.
Nuevo recorrido, pensado para que el espectador disfrute, con un último
circuito de muros espectacular. Hasta en tres ocasiones pudimos disfrutar del
paso de los corredores. Menuda fuerza. Tom Boonen se adjudica la súper clásica,
aprovechando en parte la caída de uno de los grandes favoritos, Fabian
Cancellara.
De camino a la furgoneta y pensando en la vuelta a casa
surgen ya ideas para próximos destinos, Milán-San Remo, Flecha-Valona… ¿Nos habrá
entrado la fiebre de las clásicas?
arkaitz gorostiaga